“Todos los libros son de autoayuda”, dice uno de los personajes de esta novela delirante. A lo largo de un accidentado camino de torpezas, su protagonista, el incurable escéptico David Badenbauer, deberá emprender un proceso de autoayuda que haría palidecer al más ambicioso de los gurús. En la peor privación, instigado por una hostilidad que siempre atribuye a los demás, el frustrado neurofisiólogo se verá obligado a enfrentar todo aquello que ha evadido por décadas. Para soportarlo, deberá hallar refugio en el ejercicio de la ironía y del pensamiento, donde se expresa lo mejor de su existencia.
Pablo Casacuberta terminó esta novela en el módulo de cuidados intermedios de un hospital, luego de haber pasado algunos de los días más álgidos de su vida en un centro de terapia intensiva. El desquicio de la pandemia, con todas sus consecuencias terribles, contribuyó paradójicamente a que tanto la gloria como el absurdo de la vida ficcionada alcanzaran en sus páginas un tono apoteósico. La muerte, el misterio de la conciencia o la inexorabilidad de la entropía se exploran aquí en un recorrido tan íntimo como universal.
Para coronar la suma de raras resonancias históricas, apenas días antes de que esta edición entrara en imprenta, el tema exacto que investiga Badenbauer en la novela recibió, en la vida real, el Premio Nobel de Medicina. Es como si la Academia Sueca hubiera decidido compensar las penurias del personaje de ficción con un minuto de auténtico pasaje por el mundo de los vivos.