El clítoris, ausente de los libros de anatomía, de los cuadros, de las esculturas, ausente de las mentes y de los cuerpos mismos, fue durante mucho tiempo el órgano del placer borrado. Hoy, ese olvido parece reparado. El clítoris ocupa un lugar de honor. Se le dedican conferencias, libros, manifiestos, obras de arte. Se reconoce la autonomía del goce clitoridiano. También se han desplazado los límites del feminismo. Enfoques queer, intersexuales, trans
: el clítoris ya no es hoy, tal vez, la marca exclusiva de la mujer. Y sin embargo, es el lugar de una herida. Porque las mutilaciones sexuales todavía son moneda corriente. Porque el placer se niega aún a millones de mujeres. El clítoris sigue señalando el lugar enigmático de lo femenino. Entre la extrema dificultad y la extrema urgencia de recordar la marca de fuego de ese lugar, es hora de dejar hablar a un órgano de placer que, hasta ahora, nunca ha sido un órgano de pensamiento.