La neurocirujana Maggie Sullivan siempre había trabajado en unas condiciones de extrema presión y sabía que debía bajar el ritmo antes de quemarse por completo. El mejor lugar, sin duda, para lograrlo era Sullivans Crossing.
El nombre se lo debía al bisabuelo de Maggie, y la tierra y la encantadora tienda de ultramarinos en el cruce de caminos entre Colorado y Continental Divide pertenecía en esos momentos al excéntrico padre de Maggie, Sully. Ella se moría de ganas de poder permitirse una vida como la suya.
Pero el mundo de Maggie se tambaleó de repente y tuvo que hacerse cargo de Crossing. Cuando un senderista, callado y de aspecto serio, Cal Jones, se ofreció a echarle una mano, ella sospechó enseguida de sus motivos, hasta que averiguó la verdadera razón de su aislamiento deliberado.
Aunque tanto Cal como Maggie estaban inmersos en una lucha por superar la pérdida y la soledad, el tiempo compartido había despertado en Maggie la esperanza de hallar algo mejor en el horizonte siempre que ambos lograran aprender a encontrar la paz y la curación, y quizás el amor, juntos.