Siempre en discusión y determinante en el mundo, la diplomacia estadounidense ha tenido un protagonista central: Henry Kissinger, quien examina la diplomacia europea a partir de grandes personajes Richelieu, Napoleón III o Bismarck, de los cálculos de los estadistas en la segunda guerra, así como la diplomacia de su país, basada en el tejido de los principios de mesianismo, moralismo y pragmatismo. Kissinger revisa su experiencia como secretario de Estado de los presidentes Nixon y Ford.
La diplomacia trata fundamentalmente de la acción diplomática entre las grandes potencias. Según el autor, para el siglo XXI existirán al menos seis potencias mundiales: los Estados Unidos, Europa, China, Japón, Rusia y la India. Ante este nuevo orden, Kissinger busca razones y estrategias para reorientar la diplomacia estadounidense.
Uno de los aspectos más sobresalientes de La diplomacia es la importancia que el autor concede a los hombres de Estado en cuanto individuos con una visión clara del interés nacional, capaces de promoverlo en un contexto internacional adecuado y de procurar ciertos márgenes de estabilidad. El autor sitúa la actuación de los hombres de Estado por encima de consideraciones relacionadas con la estructura económica o los movimientos sociales; bajo esta interpretación analiza a personalidades como Richelieu, Napoleón III, Bismarck, Stresemann e incluye su propia experiencia como secretario de Estado del presidente Richard Nixon. Conocedor de la historia diplomática europea y de los conceptos clave sobre los que se ha estructurado, Kissinger utiliza esta visión del pasado en beneficio de la política exterior estadounidense contemporánea.