Prólogo de Elvira Navarro.
Esto va de una juventud rabiosa que flota entre los restos del naufragio; de un grupo de actores teatrales que se convierten en actores políticos y deciden que la realidad solo se puede retratar a traves de la ridiculización, y que esta, para ser creíble y eficaz, debe empezar por uno mismo y alcanzar a nuestros maestros literarios.