Augusto, el protagonista de esta novela, nació en el seno de una familia uruguaya como muchas. Un niño más entre tantos. Sin embargo, apenas transcurridos sus primeros años de vida, el pequeño cuyo nombre está cargado de presagios se revela como el portador del potencial para cambiar el mundo y acabar con sus inequidades.
El mundo en que vivimos es sinónimo de desorden, tensiones, peste e insatisfacción. Las alternativas de cambio son cada día más limitadas o quedan restringidas a las tecnologías, las que constituyen la religión dominante.
A través de una narrativa vertiginosa, los lectores asistimos a un cambio dramático en el balance de poderes que rigen a la humanidad, conducidos por un ser humano cuyo nombre, desde el fondo de la antigüedad, trae un mensaje lleno de contradicciones y mentiras.
No es esta una novela histórica; más bien es un viaje a través de los principales problemas de nuestra época, teniendo a la historia y la cultura como referencias. Se trata de un duelo entre los grandes poderes mundiales, estatales, privados, contrapuestos a los principios, expectativas y acciones de un luchador incansable y audaz. ¿Cuál será el resultado final?
Es este un libro que alienta a entrecerrar los ojos y dejar volar la imaginación, casi sin límites. Queda esbozado lo que ha sido el sueño de grandes personajes a lo largo de los tiempos. ¿Se puede mejorar el mundo, para hacerlo más justo, pacífico e igualitario, llevando una vida en apariencia normal y apacible?