¿Cómo salir de esta lógica de concentración discursiva? ¿Cómo trascender el reactivo y pensar en proyectos propios? ¿Qué lugar ocupa la utopía?
La comunicación política es parte del problema y parte de la respuesta.
Las democracias viven una época de redefinición y desafíos permanentes. A la polarización y la pérdida de confianza en las instituciones se suman las características de las redes sociales, que en un momento representaron esperanza, pero hoy configuran espacios de manipulación de información, posverdad, conversaciones tóxicas y agresivas que moldean la manera en la que hablamos y pensamos la política.
La realidad de las democracias algorítmicas así como sus consecuencias tanto para el ejercicio del poder como de las oposiciones trae consigo una serie de personajes estridentes y polémicos que están dispuestos a correr la barrera de lo políticamente aceptable para una sociedad con tal de atraer la atención de usuarios, medios y el resto del sistema político.