En los cuentos de Cráteres artificiales hay casas en construcción, perdidas, olvidadas, recién alquiladas, casas en la nieve, en la costa, en la ciudad. Pero es el cuerpo fundante que agoniza en la puerta de la narradora de «Un muerto más» el centro de la exploración, y los demás cuerpos anestesiados, recauchutados, retocados, decadentes, obesos, indefensos, ofensivos, compactos, sacudidos, pesadillescos, en puerperio, moldeados a gimnasio, con cortes de pelo a la moda, con agujeros de bala, cuerpos regordetes llenos de arena. Es en ellos donde se produce la tensión entre la avidez de la vida y la amenaza de la muerte, la pulseada que jugamos todas las criaturas y que Lázaro Igoa sabe describir con sutileza magistral en sus matices más inesperados. «Ella no sabía, ni quería imaginar, de lo que era capaz un cuerpo de esas dimensiones, a pesar de agonizante. Aplastar. Golpear. Devorar, quién sabe. Algo tan simple como el encuentro entre las dos pieles, lo áspero y la suavidad infinita, le daba pavor. La casa era de materiales sólidos, ideada contra las tempestades, y los protegía, a ella y a su cría».
CRÁTERES ARTIFICIALES
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Autor | LAZARO IGOA, ROSARIO |
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Editorial | CRIATURA |