Lacan fue el protagonista de una de las aventuras intelectuales más importantes del siglo XX. Más de treinta años después de su muerte no deja de provocar asombro. Demonio para algunos, ídolo para otros, el hombre y su obra siguen siendo objeto de las interpretaciones más extravagantes. Hoy, cuando asistimos al desvanecimiento progresivo de la época «heroica» del psicoanálisis y a la eclosión de las psicoterapias, recordar lo que fue la gesta lacaniana es volver a vivir esa aventura intelectual que ocupó un lugar central en nuestra modernidad, y cuya herencia, digan lo que digan, sigue siendo fecunda: libertad de palabra y de costumbres; auge de todas las emancipaciones (las mujeres, las minorías, los homosexuales); esperanza de cambiar la vida, la familia, la locura, la escuela, el deseo; rechazo por la norma; placer por la transgresión.
Élisabeth Roudinesco evoca libremente algunos episodios sobresalientes de una vida y una obra con las que toda una generación estuvo involucrada y recorre senderos desconocidos para revelar una cara oculta del único maestro del psicoanálisis de Francia. Muestra otro Lacan, uno de los márgenes, de los bordes, confrontado con sus excesos, con sus objetos, con sus paradojas: Lacan, frente y contra todo.