Toda búsqueda del conocimiento es trascendente por definición; supone siempre un más allá del que interroga, un movimiento, una voluntad de ir hacia el sentido de las cosas. Por esa razón, lo mejor que nos dejan los buenos libros no es aquello que literalmente cuentan informan, sino lo que sustancialmente siembran, lo que aviva en nosotros ese querer que hace posible la luz en el mundo y en la vida.
Este nuevo libro de mi buen amigo Eliezer Shemtov pertenece a esa provechosa estirpe; porque no es solamente la obra del gran pedagogo que enseña, del erudito que ilustra y del pensador profundo y sutil que a propósito de la Palabra articula un discurso contemporáneo sobre las verdades eternas. Junto a esas altísimas notas tenemos lo que ro todavía más importante, lo cual es la apelación fecunda a la apertura del espíritu y el fuerte llamado al estudio meditado de las enseñanzas sagradas.
Quiero decir: no es este un libro para simplemente leer, aunque se lee con am sino para entrar en diálogo personal con la sabiduría y los mandatos de la Torá y de la tradición que ha velado por su fiel continuidad a través de los siglos. Una mirada superficial podría afirmar que se trata de un excelente manual para comprender el tesoro de la religión judía; pero si afinamos la vista, advertimos con facilidad que más allá de ese servicio, que cumple perfectamente, está siempre la invitación a ir un poco más lejos y convertir el acto de lectura en una interpelación motivadora, en un camino conduce desde lo Alto al centro de uno mismo.
Nadie que intime con estas páginas dejará de sentir la natural gratitud que con la comprensión de la Verdad y el amor al conocimiento.
RODOLFO M. FATTORUSO