En su luminoso crepúsculo, José “Pepe” Mujica ha decidido contar su vida de guerrilero y presidente, de esposo sin hijos y hombre de campo, de líder global y de izquierdista icónico, en una conversación magistral con Nicolás Trotta.
Las conversaciones son siempre terreno peligroso: el entusiasmo, la memoria y la desmemoria, la verdad y la falacia, la discreción y el autoelogio las frecuentan. No así en Mujica por Pepe. Preguntas y respuestas que no se ajustan a las convenciones ni a las palabras de circunstancia. No hay tributo a la inocencia ni al sobreentendido.
Aparece la experiencia de una vida, expresada con sinceridad a raudales sin retórica vana ni patriotismo ampuloso. La figura de Mujica se afianza en la intimidad que consigue Trotta: años de cambio y a la vez de permanencia. La asunción de una vida y una tradición histórica comprendida. Decisiones políticas, episodios reveladores, amistades y viajes entre muchos de los temas visibles que transmiten imágenes en fuga de más de ocho décadas de vida. Alejada de la melancolía de un pasado supuestamente mejor, la conversación de Mujica y Trotta es también una honda reflexión sobre el mundo en el que viven y la América Latina en la que actúan. Sus crónicos padecimientos, como la desigualdad y la falta de integración, pero también su agenda urgente y su esperanza de cambio.